Hace mucho que no escribo por aquí,
como sabréis todos los que habéis estudiado terapia ocupacional y especialmente
los que estáis cursando el grado en la misma, como un servidor, el tiempo es
ese espacio tan preciado que viene marcado por un reloj y por unas pautas de no
sé que organismo europeo a modo de capacidades y habilidades que, aunque no
sirvan para nada, hemos de cumplir para llegar a unos “estándares” de calidad.
Enlazando de paso con la critica
de los estándares de calidad, dar paso al porque de la entrada. En los últimos meses,
desde las elecciones del pasado Noviembre en las cuales el partido popular
entro a formar parte del gobierno se han venido sucediendo una serie actos en
formas de leyes y reales decretos que menoscaban, a pelo, los derechos de una
de las poblaciones mas sensibles con las que trabajamos, los enfermos mentales.
Podemos ver en la televisión que
han quitado ayudas a la dependencia, medicinas mas caras, subida de múltiples
impuestos, etc… Y siempre, en el ámbito de la discapacidad, nos enseñan en la televisión
al prototipo de “discapacitado” que tenemos en España, lo que yo llamaría (y
siguiendo la corriente borbonista de estos últimos meses) un “marichalar”, es
decir, una persona con Ictus, con una afectación mas o menos grave que es “capaz”
dentro de unos “estándares de calidad” (me encanta como enlazo).
Ahora bien… que pasa si una gran
parte de la población discapacitada no cumpliera esos “estándares de calidad”
y, debido a las reformas, se quedasen no fuera, sino mas alla de las afueras de
las que ya encuentran.
Toda esta reflexión ha venido a
mi a partir de la lectura del capitulo “Actividades de la vida diaria en salud
mental” de Pablo A. Cantero Garlito y Pedro Moruno Miralles, dentro del libro “Actividades
de la vida diaria” (Masson, 2006) de Dulce Romero Ayuso y Pedro Moruno Miralles,
en la cual los autores predecían con seis años de antelación lo que hoy día se
nos esta viniendo encima.
“Nuestra ocupación ha de pasar, de un modo ineludible, por un
compromiso sociopolítico, que no partidista. En una sociedad que presenta como
ideales la independencia o la autonomía, ¿que espacio podrán ocupar los
enfermos mentales? Nuestro compromiso y nuestra coherencia deben hacernos
denunciar la hipocresía, la injusticia social y las situaciones de miseria y de
desigualdad. Nunca nuestro trabajo va a alcanzar las metas que perseguimos si
no logramos que cambie el actual sistema económico. Como señala Fernández
(1998): “los objetivos del movimiento que impulso la reforma, que se consolido teórica
y políticamente en los años ochenta sobre las bases de unas ideas de comunidad,
de Estado del bienestar y de salud publica, han sido arrasados por el
neoliberalismo que se impulso en la escena política en los años ochenta” La
nuevas políticas neoliberales están convirtiendo el campo de la salud en un
mercado útil para las grandes multinacionales. Nos preguntamos que pasara en el
futuro con la atención a los enfermos mentales y a sus familias. Es cierto que
la atención a las personas con trastornos mentales podría, en poco tiempo,
ofrecer unas posibilidades de calidad de vida prácticamente inimaginables hace
menos de 20 años, pero esta empresa esta en riesgo de convertirse en una utopía.
Que lo sea o no depende de una batalla puramente política, la misma en la que
esta el porvenir de otras poblaciones que no están especialmente capacitadas
para vivir compitiendo”
¿Qué os parece el fragmento?, ¿Qué
os hace sentir en el momento actual?, ¿Qué sentido le dais a la vida de otros?,
¿Qué sentido le da un enfermo mental a su vida?, ¿que futuro nos espera?, ¿Somos politicos o somos pasivos?, ¿Somos culturales o somos artificiales?